viernes, 22 de febrero de 2008

él

- No tengas miedo - dijo él

estaba tumbado encima de ella, desnudos y aún unidos, a pesar de las horas transcurridas...

el pálido resplandor de la luna se colaba perezosamente por las cortinas de la habitación, bañando levemente sus cuerpos en la penumbra...

acarició la cálida piel de la chica con sus gélidos dedos, provocando que se escuchara un leve quejido de sus dulces labios...

la besó con ternura...

mientras sus manos seguían acariciándola, se posaron alrededor del frágil cuello de la muchacha y empezó a apretar...

suavemente al principio, mirándola a los ojos, mostrando un destello de felicidad como hasta ahora nunca había sentido...

ella cerró los ojos con la respiración entrecortada, él apretó con fuerza mientras la amaba con todo su ser...


vio un cerezo en flor...


él la llamaba a lo lejos, con cara de enamorado y una sonrisa pícara en su cara, tal y como la miró la primera vez que salieron juntos...

el mismo parque, el mismo cerezo en flor...


consciente de que la felicidad eterna le aguardaba, fue corriendo hasta él...



nos abrazamos...

y nos besamos con pasión...

me giré para ver por última vez el cerezo...

y se hizo la oscuridad...

1 comentario:

saudade dijo...

curioso e inquietante texto...