despertarse, lavarse la cara y los dientes, vestirse y salir de casa para ir a trabajar
siempre la misma rutina
pero una mañana, se encontró una flor delante de su puerta
un girasol
miró a su alrededor y no vio a nadie, lo cogió y lo puso en un jarrón con agua
a la mañana siguiente, se despertó, se lavó la cara y los dientes, se vistió y salió de casa para ir a trabajar
y a sus pies,
un girasol
sin saber quién era el que hacía eso, optó por recoger la flor diaria y cuidarla
así durante días
semanas
meses
pero una mañana no encontró su girasol
en su lugar, había una carta, la abrió con nerviosismo y leyó lo escrito, rápidamente bajó las escaleras, cruzó la calle, y en la cafetería donde cada mañana compraba el desayuno antes de ir a trabajar, sintió la mirada del camarero que tan amablemente la atendía desde hacía años
cómo olvidar ésos ojos verdes
y ahí estaba, apoyado en el marco de la puerta
con un girasol en sus manos
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3 comentarios:
Romántico, pero cobarde, una combinación de timidez con descaro.
Por cierto, que obsesión tan insana tienes con los ojos verdes!
¿De qué color son los tuyos?Ah, si, marrón chocolate.
Bueno, todo va lento, doloroso y despacio, no habrá final feliz, al menos, no en esta historia.
Ah! y no se japonés! Podrias hacer aclaraciones, al menos de los títulos ¿no? jajaja, siento haberte malinterpretado!
marrón chocolate, como el 85% de la humanidad...qué asco, hasta en éso soy normal!
girasoles, girasoles...me encantaría que esto me pasara a mi
lo habré escrito pensando que yo era la afortunada?
quién sabe...es lo más seguro
Ya toca actualizar no? porfa!
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